
En la actualidad, garantizar la accesibilidad en los espacios construidos no solo responde a una exigencia legal, sino también a una responsabilidad social. Los edificios de uso público y privado deben estar preparados para recibir a todas las personas, independientemente de sus condiciones físicas. En este contexto, contar con un ascensor accesible se vuelve imprescindible para asegurar el derecho a la movilidad en igualdad de condiciones.
La accesibilidad vertical es, en muchos casos, el factor que determina si una persona puede o no acceder a un espacio, participar en una actividad o desenvolverse con autonomía dentro de un entorno. Más allá de eliminar barreras físicas, se trata de crear condiciones que permitan a las personas con discapacidad desplazarse de forma segura, cómoda y sin depender de terceros. Un ascensor accesible cumple una función clave en este sentido, especialmente en edificios de varios niveles o con un alto flujo de usuarios.
Ahora bien, no basta con tener un sistema de movilidad vertical instalado: para que realmente sea considerado accesible, debe cumplir con una serie de características técnicas y funcionales que garanticen su usabilidad universal.
Aspectos claves de un ascensor accesible: Características técnicas
Disponer de un ascensor accesible va más allá de instalar una plataforma que contemple todas las adaptaciones posibles para que pueda ser utilizada por cualquier persona. Requiere una planificación integral, que tenga en cuenta desde el diseño todas las condiciones necesarias para que cualquier usuario pueda utilizarlo sin dificultades. Para conseguirlo, es esencial prestar atención a una serie de aspectos técnicos que aseguren su funcionamiento inclusivo y eficaz, tales como:
- Dimensiones de cabina y puertas: Un ascensor accesible debe contar con una cabina de al menos 1 metro de ancho por 1,25 metros de fondo, permitiendo el acceso frontal con silla de ruedas. Se recomienda, por motivos de comodidad y para su uso con acompañante, que la cabina tenga 1,10 metros de ancho por 1,40 metros de fondo.
- Anchura libre de paso y nivelación del suelo con el rellano: Para garantizar la accesibilidad, las puertas deben ofrecer una anchura libre mínima de 80 centímetros, aunque lo ideal es alcanzar los 90 centímetros para un acceso más cómodo y sin obstáculos. Además, el suelo de la cabina debe estar perfectamente nivelado con el del rellano, evitando cualquier desnivel que dificulte la entrada.
- Botoneras accesibles: Los botones interiores y exteriores deben estar situados a una altura de entre 90 y 110 centímetros, facilitando su uso por personas en silla de ruedas o con movilidad reducida. También deben incorporar numeración en braille y en altorrelieve, para personas con discapacidad visual.
- Señalización visual y acústica: La cabina ha de disponer de indicadores visuales claros que informen del piso y la dirección del desplazamiento. En cada planta, es esencial contar con un sistema acústico que anuncie el número de planta, facilitando la orientación a personas con discapacidad visual o auditiva.
- Pasamanos interiores ergonómicos: Todo ascensor accesible debe contar con pasamanos instalados a una altura de entre 85 y 90 centímetros, proporcionando apoyo y estabilidad durante el trayecto.
- Tiempo de espera y cierre adaptado: Las puertas deben abrirse y cerrarse automáticamente, con un tiempo suficiente para que las personas con movilidad reducida puedan entrar o salir sin prisas ni obstáculos.
- Sistema de comunicación accesible: Es fundamental contar con un sistema de comunicación bidireccional accesible para cualquier usuario, especialmente en caso de emergencia.
- Iluminación uniforme y sin reflejos: Para favorecer la visibilidad y mejorar la experiencia de uso, la cabina debe disponer de una iluminación homogénea, sin zonas oscuras ni brillos excesivos. Además, es esencial evitar reflejos en superficies como espejos o botoneras, que puedan generar confusión o molestias.
- Suelo antideslizante y sin obstáculos: El pavimento del ascensor debe ser liso y antideslizante, ofreciendo seguridad en el desplazamiento y reduciendo el riesgo de caídas o tropiezos.
¿Qué beneficios ofrece un ascensor accesible?
- Mejora la autonomía y la calidad de vida: Al incorporar ascensores accesibles en edificios públicos y privados, los usuarios con movilidad reducida pueden desplazarse de un lado a otro sin dificultad, de forma cómoda y segura.
- Facilita el acceso a personas mayores: Especialmente útil para quienes empujan carros, ya sean de la compra, de bebé o de apoyo personal, este tipo de sistemas permite el acceso y desplazamiento sin necesidad de levantar peso, sortear escalones o realizar maniobras complejas.
- Aumenta el valor del inmueble: Adaptar el ascensor para que sea accesible incrementa la plusvalía del edificio, haciéndolo más atractivo tanto en el mercado inmobiliario como para posibles arrendatarios o compradores.
- Cumplimiento normativo: Un ascensor accesible se ajusta a las normativas de seguridad y accesibilidad establecidas a nivel nacional y europeo, entre ellas el Código Técnico de la Edificación (CTE DB-SUA), la norma UNE-EN 81-70, la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad (Real Decreto Legislativo 1/2013), así como el reciente Real Decreto 355/2024, por el que se regulan las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y utilización de los bienes y servicios a disposición del público, incluidos los entornos construidos. Este último establece criterios más estrictos y actualizados para garantizar que los elementos del entorno, como los ascensores, sean plenamente accesibles para todas las personas, especialmente aquellas con discapacidad o movilidad reducida.
- Reduce riesgos de accidentes: Los ascensores diseñados con criterios de accesibilidad disminuyen la probabilidad de caídas, tropiezos y otros incidentes en el edificio. Esto se debe a que eliminan barreras físicas, garantizan una nivelación adecuada entre el suelo de la cabina y el rellano, y cuentan con elementos de seguridad como suelos antideslizantes, pasamanos y señalización clara.
- Optimiza el uso del edificio para todos los perfiles de usuario: Todas las personas, con independencia de sus capacidades o limitaciones, pueden utilizar el sistema de movilidad vertical de manera cómoda y autónoma.
- Contribuye a un entorno más inclusivo y equitativo: Al garantizar que un ascensor sea accesible, se promueve la igualdad de oportunidades y se evita la exclusión derivada de barreras arquitectónicas.
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